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  • Carne artificial, carne sintética, carne de laboratorio…

    ¿QUÉ ES LA CARNE DE LABORATORIO?

    Para empezar, hay que aclarar que no hay consenso y acuerdo sobre el nombre para este producto: se utilizan denominaciones como carnes de laboratorio, carnes artificiales, carnes sintéticas, carnes in vitro o de cultivo, etc. Incluso hay quien cuestiona el uso de la palabra “carne”.

    En cualquier caso, esta carne artificial no está relacionada con productos “sustitutivos de las carnes” pensados hasta ahora para el mercado vegetariano o vegano: hamburguesas de soja, salchichas de tofu o filetes de seitán, entre otros. Tampoco el colectivo vegetariano o vegano aceptaría, por motivos éticos y de coherencia, consumir alimentos que derivan de los animales.

    Porque en el caso de la carne sintética, el proceso se realiza a partir de células madre de animales.

    ¿CÓMO SE PRODUCE LA CARNE SINTÉTICA?

    Una de las ventajas que se declaran para la carne sintética es que no hay que matar a los animales en el proceso, ya que se selecciona una pequeña muestra del tejido muscular de un animal vivo a través de una intervención del tipo biopsia. Las células madre, por su capacidad de diferenciación y proliferación, se colocan en un medio de crecimiento con aminoácidos, carbohidratos, vitaminas y minerales para potenciar su crecimiento.

    El siguiente paso se produce en un biorreactor, en una especie de gran olla con nutrientes y condiciones controladas de temperatura, humedad, etc. El objetivo es seguir creciendo y multiplicando las células y formar una masa celular tridimensional. Para convertirla en fibra muscular se aplica la estimulación eléctrica y el estiramiento mecánico. Las fibras desarrollan la misma textura que la carne.

    ¿ES MEJOR PARA EL MEDIO AMBIENTE?

    Por el hecho de que es un tipo de producción muy novedoso, a día de hoy se desconoce el impacto medioambiental del desarrollo industrial de este método de “producción de carne”. Según un estudio realizado por la Universidad de Oxford en 2019, para que los beneficios ambientales de la carne de laboratorio sean reales a largo plazo, habría que recibir una “revolución energética”, ya que los biorreactores cultivados de células consumirán mucha electricidad.

    No se puede olvidar, sin embargo, que a día de hoy, la producción de carne “convencional” también consume mucha energía y recursos (tierra, agua, cereales…), genera muchos residuos y tiene un impacto ambiental muy alto (la carne es responsable del 60% de los gases de efecto invernadero que genera la producción de alimentos; la ganadería sola genera el 15-18% de las emisiones). 

    Aunque esta tecnología reduciría el uso de tierra,  agua y antibióticos, no está claro aún qué volumen de gases de efecto invernadero evitaría, ya que tras los procesos de depuración que dan nutrientes a las células cultivadas se generan cantidades importantes de combustibles fósiles.

      LAS CRÍTICAS DE LOS GANADEROS

      El sector ganadero se muestra muy reticente a esta técnica. Más allá de las dudas sobre la sostenibilidad medioambiental, temen la dirección en la que se está desarrollando el futuro, el presidente de EHNE (Euskal Herriko Nekazarien Elkartea) ha dictado estas declaraciones: “en lugar de llevar al pueblo a la soberanía alimentaria, estamos dejando nuestra alimentación en manos de las multinacionales y nuestra dependencia de ellas. En lugar de producir la mayor cantidad de alimentación posible en el país y disponer de alimentos lo más diversificados posible, dejamos a estas empresas comercializar células madre, delegándolas en sus manos.”

      Por otro lado, es importante también resaltar que mucha de la carne y derivados de la carne que se venden en grandes superficies y son de marcas comerciales conocidas a nivel global, provienen de unas pocas empresas multinacionales que poco tienen que ver con la soberanía alimentaria y la sostenibilidad medioambiental. Por este motivo, en caso de consumir carne, la recomendación es escoger de explotaciones extensivas y de proximidad.

      MÁS PROTEÍNA VEGETAL

      Más allá del discurso de la carne sintética y de la importancia de seleccionar la carne que se consume de explotaciones extensivas, hay que recordar que la recomendación de instituciones e investigaciones científicas es la de consumir menos alimentos de origen animal, y sustituirlos por los de origen vegetal. Tanto por motivos de salud, como por sostenibilidad medioambiental, es imprescindible comer menos carne y sustituirla por legumbres. Las recomendaciones de consumo sitúan las recomendaciones de consumo de carne en menos de 3-4 veces por semana, y las de legumbres, en un mínimo de 3-4 veces por semana.